Un buen libro escrito hace algunos años: ¿Como llego a fin de mes? de Andres Panasiux, plantea un camino muy interesante acerca de como administramos nuestras decisiones durante esta travesía a partir de nuestro carácter, nuestros valores y nuestros principios.
En una época en que nos encontramos viviendo la crisis del poder adquisitivo, al parecer una crisis que será aguda y larga (lo que resta del año y 2023), en todos nuestros hogares nace esta profunda inquietud: ¿y cómo llegaremos a fin de mes?
Mucha gente actúa como si el camino hacia la prosperidad económica fuera una carrera de cien metros planos, es decir, tratar de alcanzar metas financieras en la menor cantidad de tiempo posible. Arriesgan tiempo, talentos y tesoros en obtener beneficios económicos que al final, no les llevan a la satisfacción personal.
Existen principios que nos guían naturalmente hacia la prosperidad y el bienestar integral. El famoso escritor inglés C. S. Lewis (autor de las Crónicas de Narnia), los llama «Principios del Tao» Andrés le llama «Principios de la prosperidad» (o, «Principios “p”»): estos principios van más allá de la sociedad en la que uno viva o la religión que uno profese.
En el libro, los «Principios de la prosperidad» son las estrellas que guían al navegante por el mar de la vida o las luces de la pista que ayudan al piloto a aterrizar su avión sano y salvo en el aeropuerto del destino económico.
Al violarlos (muchas veces sin siquiera saberlo), nos colocamos en el camino equivocado y terminamos la maratón de nuestra vida dándonos cuenta de que a pesar de haber llegado entre los primeros corredores, lamentablemente el fuego de nuestra antorcha brilla… por su ausencia. Entonces es cuando nos sentimos vacíos, no nos sentimos satisfechos con los logros alcanzados, o nos damos cuenta que hemos pagado un precio demasiado alto a nivel personal y familiar por el éxito financiero obtenido.
Hemos subido la escalera del éxito sólo para darnos cuenta de que estaba apoyada sobre la pared equivocada. Llegamos a la cúpula y descubrimos que estábamos solos. Pensamos que podríamos tocar el cielo con las manos, pero nos sentimos como que no llegamos ni a la altura del zócalo. La gente viola estos principios de diferentes maneras.
Cada uno de nosotros necesitamos aprender a ser felices dentro del estrato socio económico en el cual nos toca vivir; y, en el proceso, aprender que «felicidad» es un estado del alma y tiene muy poco que ver con la cantidad de dinero que ganamos o que hemos acumulado a lo largo de los años.
Este principio «P», que explicaremos en más detalle en los capítulos subsiguientes, es el principio de la felicidad. La violación al principio de la felicidad es la raíz más común del problema de deudas y presiones financieras que viven las familias y los negociantes de nuestro continente el día de hoy.
La premisa de este principio es que, con excepción de aquellos que viven en condiciones de extrema pobreza (aproximadamente entre la quinta y una sexta parte de la población del mundo), todos los demás hemos recibido lo suficiente como para sustentarnos y proveer para nuestras necesidades básicas.
La diferencia entre el éxito y el fracaso económico se encuentra, primordialmente, en sentirnos satisfechos y felices en cada uno de los estratos socio económicos en los que nos toca vivir. De esa manera, podemos controlar muchos de los impulsos que nos crea la sociedad de consumo para comprar cosas que no necesitamos para ser felices; note que estamos hablando de una actitud de «contentamiento» y no de de «conformismo»… ya aclararemos la diferencia más adelante.
Continuará...
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